miércoles, 27 de marzo de 2013

Apurando hasta el último latido.



El olor a café lo inunda todo de paz, o por lo menos me inunda a mí. Hay olores, y sabores, que te traen recuerdos, cierta melancolía, algo de nostalgia, pero a la vez, te inundan de un “no sé como describirlo” también llamado felicidad. Porque, a pesar de todo, los recuerdos no siempre duelen. Se habla mucho del dolor del pasado, pero no de la satisfacción de una vida ya construida que hoy te hace ser quien eres. Muchas veces, miras atrás, y sonríes. Será un pasado peor o mejor, pero es tu pasado, son las personas, momentos, experiencias y sensaciones que han bañado cada uno de tus huesos y eso no es triste, es bonito. Hay que olvidar la autodestrucción y reconstruirse. Poco a poco, encajando las piezas.

Lo importante, es saber apurar hasta el último latido y disfrutar del sabor agridulce de un pasado, presente y futuro que llevas en la maleta allá donde vayas.