viernes, 19 de agosto de 2011

uñas rojas


oye, tú. me gustan tus uñas rojas. sí, sí, no me mires con esa cara de verguenza. ¿si te invito a un helado me cuentas algo bonito? seguro que te sabes un montón de cosas bonitas. tienes cara de chica que se ríe mucho. y las chicas que se ríen mucho son las que mejor cuentan las cosas bonitas. en serio te lo digo. y con esas uñas, jolín, con esas uñas fijísimo que lo que dices es genial. mira que me gusta como te quedan, casi tanto como el lunar que tienes en la mejilla. ¿sabías que cuando te ríes se te pone una cara muy graciosa? y el lunar se esconde. igual es que tiene verguenza porque sabe que lo estoy mirando ahora mismo. bueno, qué, ¿entonces te apetece un helado? conozco un sitio que te encantará, ya sabes, de esa clase de sitios donde las chicas con las uñas pintadas de rojo y lunares en la mejilla cuentan cosas bonitas.

domingo, 14 de agosto de 2011

El placer de las pequeñas cosas


¿Quién no disfruta con la sensación de meterse en una cama recién hecha? ¿Quién no se siente bien con ropa interior nueva? ¿Quién no es feliz cuando en la radio sin esperarlo suena tu canción favorita? ¿Quién no disfruta poniendo la última pieza del puzzle? ¿Quién no se alegra cuando en un cambio nos dan por error unas monedas de más? ¿Quién no se divierte derribando botellas de cristal con piedras? ¿Quién no se siente el mejor cantante del mundo cuando sabe que nadie le escucha? ¿Quién está de mal humor cuando el médico te permite saltarte la dieta y comerte alguna golosina? ¿Quién se enfada cuando a media noche una llamada de la persona que más quieres te despierta para decirte algo bonito? ¿Quién no se alegra de ver que al despertarse en el reloj quedan un par de horas más antes de madrugar? ¿Quién se enfada si el jefe no viene a trabajar? ¿Quién no se distrae con una revista de cotilleos en la consulta de un médico? ¿Quién no se relaja en su rincón favorito sabiendo que nadie sabe donde está? ¿Quién no se para ante el escaparate de eso que tanto deseas y que no sabes si tendrás pero que con solo verlo ya te contentas?

Vámonos


-Arranca, anda, que los conductores se van a impacientar
-¿Adonde?
-Rumbo a la felicidad

Remember we used to touch the sky


Sí, lo acepto, soy de esas que se duerme en la parte más interesante de la película. De esas que olvidan el 14 de Febrero. De las que tiran todo lo que encuentran en su camino y sonríen mientras piden perdón. Acepto que soy la más cabezona y negativa del planeta. Que llevo el móvil en el bolsillo aunque sea cancerígeno y que primero actúo y luego pienso. Miento a veces, mentiras piadosas, eso sí. Que soy el ser mas imperfecto y reconozco todos y cada uno de esos defectos. Me equivoco repetidas veces y pido perdón hasta que los aceptan solo para hacerme callar. De esas que pueden llegar a ser la persona más bipolar del mundo. Que le gusta la vida, que les gusta vivir, y que saben que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante. De esas que disfruta cada momento, hasta los malos, que acepta que son necesarios y que siempre algo bueno se saca de ellos. Que agradece las pequeñas cosas de la vida, un abrazo, una palabra, un amigo. Y que nunca olvida que la vida es una rueda, y lo importante es aprender a ser feliz en el camino.

Querida ingenua:


Pensabas que eras alguien normal, "del montón" pero después te paraste a analizar tu pasado y te diste cuenta de que no es así, pues mientras te comparabas con otros con la certeza de que actuabas de manera similar, dentro de ti estaba creciendo alguien único, diferente del resto.
Gran soñadora, pues jamas tuviste los pies en la tierra, pero te advertiré que no son precisamente buenos momentos para alguien como tu. ¿Adaptarte a la sociedad? ¿Ni se te habia ocurrido verdad? Tanto tiempo imaginando un mundo feliz que no te paraste a pensar en que existia la posibilidad de despertar algún dia. Y, ¿qué te encontraste? Una gran sorpresa, al parecer las personas pierden los sueños por el camino y con ellos las ilusiones de su niñez con las que experimentaron la felicidad. ¿Felicidad? ¿Qué es la felicidad? Ya sabes, eso que tu y yo sabemos y...¿cómo expresarlo? Alguien me dijo una vez: "si no sabes definir algo es porque realmente deconoces su significado".

viernes, 12 de agosto de 2011

Date un beso de mi parte


No sientes nada...estas tan vacío. En cambio él, él esta lleno de vida, no sabes el motivo de vuestras diferencias si, al fin y al cabo, estáis en igualdad de condiciones.
Pero él tiene ese brillo, es inevitable que te supere, que te sientas insignificante al lado suyo. Impotencia, quieres gritarle, quieres reclamarle tu felicidad. Pero verás, él no te la ha quitado. Él no tiene la culpa de valorarse mientras tu ni te aprecias. Él tampoco tiene la culpa de tus insignificantes enfados que no te llevan a ningún lado, porque él aprendió a no perder el tiempo. Tú ni siquiera valoras el tiempo, si así fuera ahora estarías viviendo, no fingiendo una realidad en la que a penas existes, en la que solamente eres un difuso reflejo que aparece tras los créditos que nadie lee. Así jamás llegarás a encontrarle sentido a tu vida. Pensarás que tal vez la vida no tiene sentido, quizás sola no, pero somos las personas quienes le aportamos el ingrediente que necesita para estar a punto.
Pero, adelante, continúa machacándote, odiando a todo aquel que sepa vivir, despreciando cada segundo de tu estúpida existencia...
Cuando descubras con tu soledad que lo que más esperas puede estar esperándote a la vuelta de la esquina. Cuando decidas dar la cara al mundo y dejar de lado tu vaso sin agua. Cuando escuches a tu corazón en silencio sin clavarle espinas. Cuando despiertes y por fin sepas lo que quieres, entonces, me llamas.

Rumbo a...


-¡Vamos, nos esperan ahí fuera!. No es una limusina, no es el príncipe Ken, tampoco hay una alfombra roja con fotógrafos a los lados esperándonos. Te aseguro que el lugar al que vamos no es una megafiesta vip en una playa privada de Miami, ni un evento envidiable por medio mundo. Pero para mi es más que todo eso. Y ahora que te he llenado de curiosidad e impaciencia es hora de salir y...¿Sorprendido?
-Pero si no hay nada nuevo, está todo igual...
-Exacto, podría alquilar una limusina para nosotros dos pero prefiero despeinarme en tu vieja vespa mientras te rodeo con mis brazos sintiéndome así más segura que en el mejor coche con el mejor chofer del mundo.
- Wow! Creo que iré sacando la moto del garaje..
-Espera, ¿no tienes curiosidad por saber quien es mi príncipe Ken, o a dónde te quiero llevar?
- Sorpréndeme, siempre lo haces, desde que te conocí no ha habido día que no me sorprendas.
- No hay príncipe, no lo necesito. Yo me quedo con mi "vaqueros desgastados", con mi "llevo barba de tres días", con mi "soy una marmota capaz de dormir 15 horas seguidas", con mi...contigo.
- Creo que ya no quiero salir por ahí contigo. Me da miedo perderte, me parece que te ataré a mi para siempre y no dejare que nada ni nadie nos separe, te lo prometo.
-Prometer es fácil, lo difícil es cumplirlo... De momento me conformo con que me acompañes esta noche, el lugar es un secreto...

doce


Tú y yo nos conocimos porque estábamos hechos para querernos una tarde. Porque tu brazo encajaba perfectamente en mi hombro. Porque nuestros pasos quedaban muy bien en el septiembre de por aquí. Y lo más normal era que un día te encontrara y me obsesionara por ti. Por eso, nunca me faltaron sueños. Ni ilusión. Alguna vez pensé en rendirme. Pero cuando llegaba uno de esos días, me hablabas de tus tonterías. Y entonces volvía a llover en algún concierto. O me hacía la dura en algún sofá. Pero sabía que tú y yo estábamos hechos para rozarnos. Y...aunque me cueste convencerte, y aunque besemos otras bocas mientras te decides, seguirán pasando los días con ganas de verte por alguna calle perdida. Y darte dos besos, y preguntarte qué tal te va. Y preguntarme si piensas tanto en mí, como yo pienso en ti.


miércoles, 3 de agosto de 2011

Perdido

Peter se había entregado a una vida de mujeres alegres, dinero fácil y drogas duras. Sé había acostumbrado a fumar cigarros a escondidas y se había aficionado a adivinar el color de tus bragas de algodón, a abrir las costuras de tu herida y colarse entre tus sueños. Peter había cogido la costumbre de herirte los recuerdos que prendiste en tu piel con alfileres y entrar en el fondo de ellos apenas sin oxígeno, allí, donde habita el olvido.
Pero, sobretodo, Peter había cogido la costumbre de echarte de menos, a cada instante, a cada centésima de segundo. Por eso ahoga sus penas en el fondo de una copa, de un bar cualquiera de Madrid.
El alcohol baja por su cuerpo siguiendo la corriente del río que forman sus huesos, pero el licor se encuentra con un bache, los restos de un corazón desequilibrado y reconstruido a trozos, aunque esté incompleto porque la mayoría te los llevaste tú. Los cogiste prestados sin permiso y te los apropiaste para siempre y Peter, bueno Peter aún espera que algún día vuelvas, con las piezas de su corazón o sin ellas, eso es lo de menos, sólo te quiere a ti.
Pobre Peter, está atrapado en una película muda, perdido entre tonos grises, sin sonido, sin color, nada. Solo la voz baja del silencio y la decadencia. Está perdido entre las sombras y las tinieblas que se han acomodado en su casa, malditos inquilinos que un día entraron sin invitación alguna y ahora atormentan cada una de sus noches, y de sus días.
Peter es como una frase que alguien anónimo ha escrito.
Peter te quiere, te quiere en alemán, en francés, en italiano, donde sea, cuando sea y como sea.

Ella era especial


No le gustaban mucho las cosas obvias. Lo típico. El café por la mañana o las luces de Navidad. Tenía luces, claro que sí, pero las encendía en marzo. Le gustaban entonces, tan brillantes, enredadas al cabezero de su cama, y no antes ni después. Porque ni antes ni después la hacían feliz, aunque no supiera exactamente por qué.
Buscó toda su vida a alguien que también pusiera sus luces de Navidad en marzo. Y que no tomara café, al ser posible. Pero no lo encontró. La encontraron a ella, varias veces, pero al final nunca había suficientes cosas en común. Siempre salía lo obvio de alguna parte, y se espantaba tanto que corría hasta quedarse sin aliento. Porque lo obvio le recordaba a la muerte, tan obvia ella, tan evidente, y al final acababa por escapar para no sentir aquel nudo enorme en el estómago, aquel apretón que la hacía llorar algunas veces.
Ella era una teórica de la vida. No tomaba café pero si leche. Había descubierto la fórmula de la felicidad en los panecillos con mantequilla, pero sólo los tomaba en domingo. A veces apuntaba teoremas matemáticos en las servilletas, y se sorprendía al descubrir cómo aumentar la productividad del amor regándolo cada jueves por la mañana. Solía escribir sus fórmulas en una libreta, aunque algunas simplemente las olvidaba. No las aplicaba nunca, excepto la de los panecillos, porque eso de la práctica siempre se le había dado mal. En clase de gimnasia la aprobaban por pena. El chándal la sentaba fatal y no tenía ni idea de dar volteretas. Ella prefería la termodinámica y la fusión de los átomos de risa. ¿Sabes que si dejas le grifo de una bañera abierto durante una hora llenarías una piscina de peces de colores?
Era una teórica de la vida, y no le iba mal. A veces echaba de menos la acción, pero se conformaba. A fin de cuentas, mucha gente no llegaba siquiera a conocer cómo las cosas serían mejores. Ella al menos tenía eso. Sabía como mejorar el mundo, aunque no lo hiciera.