domingo, 31 de julio de 2011

Bajo el cielo estrellado


Víctor se sabía de memoria cada lunar de su delicada espalda. Se los había aprendido en las noches de música a la guitarra bajo el cielo estrellado de Biarritz. Se los había aprendido recorriendo cada milímetro de su piel con la yema de los dedos, con cuidado, con miedo por si aquella muñeca de porcelana se rompía en pedacitos.
Pero su muñeca no era la misma desde hace un tiempo; los secretos se habían infiltrado en su sistema circulatorio y las penas se habían quedado a vivir en su miocardio. Su muñeca se había convertido en un juguete inerte, frío, ya no sentía ni miedo, ni amor, ni tristeza, ni ganas. Un fantasma viviente en este mundo de paseantes, paseantes de la vida. En cambio ella se había tropezado con un bache y aún esperaba a levantarse. Pero se la habían jugado tantas veces que ya no la importaba, no le dolía. Se había acostumbrado a ser la muñeca de todos aquellos hombres que la deseaban y, acostumbrada como estaba a los orgasmos sin amor de madrugada, se dejaba llevar por las dos primeras palabras de amor que llegaban a su mirada, o a sus labios.
Víctor no sabía que hacer con su muñeca hasta que se dio cuenta de que lo único que ella necesitaba era algo de amor, lo necesitaba tanto como un chute de adrenalina o una respiración asistida cuando te fallan las fuerzas.
Lo que ella necesitaba eran mimos en la cama y caricias por las mañanas.

cuentos nocturnos para no dormir

Por favor, no me mires, vivo en un mundo diferente al tuyo, un mundo de días oscuros y noches eternas. Vivo en un lugar donde los sueños desaparecieron un día al irse de paseo, el lugar donde dormir se convierte en una pesadilla y la niebla y las lágrimas inundan mi habitación.
No vengas, el mar de mis ojos puede ser peligroso, te ahogarás y yo no haré nada para salvarte, no sé nadar en el océano de mi cuerpo, solo lucho para sobrevivir y ni siquiera lo consigo.
No acaricies mi piel, es una cadena de alambres, está dibujada de cicatrices con la que quise aliviar mi alma. ¿Verdad que suena raro eso de querer morir? A mi ya no me asusta la muerte, no la tengo miedo, de echo todas las noches me acuesto pensando en si por fin vendrá mañana o tendré que luchar un día más, un día más en el mundo.
¿Sabes? Si quieres nos dormimos ya, que es tarde y mis ojos agonizantes empiezan a no ver el bosque de los tuyos, y a mi me gusta el verde de tus ojos, ¿te lo he dicho alguna vez? ¿Y te he contado que nunca he dicho "te amo" a nadie? Pero no importa, esa historia te la cuento otro día, vamos a dormir, dame un beso en la frente, dime buenas noches y a la cama, que mira que tarde es, tan tarde que ya [...]

viernes, 8 de julio de 2011

E.


Y somos tan egoístas que olvidamos todo lo que esas personas hicieron por nosotros un día. Todo lo que pasamos juntos, todas las promesas que nos hicimos... y lo que contribuyó a la persona que hoy eres. Somos tan materialistas, que sin darnos cuenta sentimos preferencias beneficios que por sentimientos. Por rencores, venganzas y culpables que por perdones, disculpas y humildades.

j.


Y aunque pueda ocultarme bajo mi mirada fría, si me das la mano notarás que mi carne roza la tuya e incluso tal vez intuyas que es probable que tengamos estilos de vida parecidos… Pero yo, sencillamente, no tengo ni una sola emoción clara e identificable, excepto la avaricia y el ansia de tenerte. Está ocurriendo algo terrible dentro de mí. Y no sé por qué. Me siento letal, al borde del frenesí…

LOVE


Hoy la gente cree demasiado en el amor, se trata de una creencia esotérica, salvadora, que a mi me parece equivocada. El amor no salva de nada. Las respuestas a la salvación sólo están dentro de nosotros mismos, de la misma forma que no hay viajes maravillosos, sino viajeros maravilllosos, tampoco hay amores buenos sino amantes buenos..

vaquero


Escucha, veras, al principio solo aguantas el picor de esas pequeñas pastillas de menta en pequeñas dosis, ¿no? Bien pues con el tiempo ese picor empieza a gustarte, le coges el gustillo, ¿vale? Pero te asusta, porque temes que algún día en el mercado se agoten esas pastillas y entonces…¿qué harás? Pues sí, comprarás unos caramelos de eucalipto o chicles de canela, pero, ¿sabes qué? Ya no habrá nada en el mercado que te satisfaga, vaquero.