sábado, 29 de diciembre de 2012

Películas vs Realidad


En las películas parece todo tan fácil, el beso de despedida se da en el tercer escalón de la escalera de casa y es fácil. Muy fácil. No hay medias tintas, o tintas y media. Cuándo se siente se siente con todas las de la ley y el protagonista es capaz de darle la vuelta al mundo por ella. Y ella haría lo mismo, y le recibe con los brazos abiertos en el aeropuerto. Sonriente. Feliz. El mundo se confabula para que la historia de amor salga bien, y la recuerden toda la vida como la más especial. En la vida no es así. Cuándo tú sientes, la otra persona no siente o prefiere olvidar. Cuando alguien se enamora de ti tú no te ves capaz de darlo todo. Y así vamos viviendo, olvidando y rehaciéndonos por dentro. Recomponiendo los pedacitos que se llevan algunos, recogiendo lo que nos dan otros. Tal vez sólo se trate de comprender que la vida no es una película. Los hoteles de segunda clase con la escalera de madera y pared de terciopelo sólo están en tus sueños. Los gatos callejeros que sonríen cuando pasas están en tu imaginación. Absorber el mar de todo el universo y meterlo en una botella es un imposible. Los corazones suelen estar medio vacíos, o medios llenos pero de lágrimas. Las casas antiguas nunca albergaron las historias que imaginas. La gente solitaria que viaja en avión nunca tiene a nadie esperándole cuando llega. Los besos que se dan entre el agua de mar terminan deshaciéndose en el infinito. Se hacen invisibles y vuelan hacia un lugar secreto. Que nadie sabe dónde está. Los corazones dibujados en la arena se deshacen en la ola siguiente. Los deseos de las estrellas fugaces tienen una lista de espera de 250 años, nunca llegaremos a cumplirlos. Todo lo que llega, acaba yéndose. Todos los momentos acaban pasando y terminas tú. Sola. Mirándote por dentro y hacia el infinito a la vez.
Preguntándote en que punto del camino escogiste el equivocado, con qué piedra tropezaste, cuántos deseos echaste a perder, cuántas veces cosiste tu corazón.. y te das cuenta de que cada vez te quedan menos hilos. Que caminas en blanco y negro, y crees cada segundo un poco menos en las películas.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Navidad

 
El mundo es como una gran bola de nieve, ha llegado la navidad. Papa Noel espera con sus renos para llenar de felicidad el mundo. La gente apura sus compras, sus vestidos para la última noche del año. Que zapatos quedarán mejor, con cuales sabrán caminar toda la noche. El frío amanece con el sol en casi todas las ciudades de España, cuesta dormir porque con los pies fríos todo es más dificil. En este mundo caleidoscopico todo gira y da vueltas. La vida amanece fría como los días, aunque a media tarde recibe un poco de calor en forma de besos. Gira, todo gira. Regalos de ida y vuelta, besos de ida y vuelta, personas que se quedan y otras que se van. Palabras que se transforman de un año para otro. Todo pierde significado, al pecho le cuesta respirar, las canciones tienen las palabras adecuadas. Como me gustaría vivir en un faro con una habitación perdida entre libros, con un gato enorme sobre mis pies. Un escondite con vistas al mar. Que dificil es el lenguaje de las palabras y qué facil el de los gestos. Experta en meter la pata y decir cosas fuera de lugar, pero con el corazón puro. No sabe de formalismos, sólo hace lo que siente. Quizá debería aprobar un master de contención. Porque no es capaz de contenerse y al final un torrente de palabras llena el mundo que la rodea, palabras, nieve, y apenas se puede salir de casa. El paraguas no aguanta tal terrible vendaval. Los muñecos de Navidad aguantan como nieva sobre sus hombros mientras se hiela su naricita de zanahoria. Los niños miran a través de la ventana como todo se cubre con un manto blanco. Todo parece más puro, más mágico. La bola de nieve tiene una melodía melancólica que lo envuelve todo. Sólo queda cerrar los ojos y soñar. Soñar con que la vida sonríe tanto como la gente por estas fechas, que cada regalo es una ilusión envuelta de alegres colores. Los abrazos en estas fechas deberían durar todo el año. Cada invierno es diferente y eso es un hecho. Cada año me ilusiono y desilusiono más, pero es parte de la vida. Y esta Navidad no se me encoge el corazón cada vez que piso las calles.

Y eso es bueno, y tú el culpable.

martes, 25 de diciembre de 2012

cien inviernos


Mudarme a tu cama, apagar la luz y acostarme en tu pecho. Susurrarte al oído que te quedes conmigo otros cien inviernos. Y que llegue la madrugada y nos encuentre sonriendo. Sentirme a salvo bajo tus brazos. Quedarme embobada con los puntos suspensivos escritos en tu cuello. Con tus pestañas, tu espalda, y todo eso. Confesarte un secreto. Y quererte fuerte, como concepto.

lunes, 24 de diciembre de 2012

si mis ojos hablaran...


Hay momentos, en los que el tiempo se para y te sientes en total armonía con el mundo. Puede ser una melodía inesperada, un latir de acordeones que llena todos los rincones de un tren de cercanías. Un sueño que se cuela por las pupilas de la gente que aún cree en la luz del sol, en las miradas limpias y en el roce de las manos. Sientes como las notas se escapan para meterse por los poros de tu piel, y en ese instante, la tierra gira en el sentido que tú quieras. Se acercan las personas que están lejos, se alejan las personas que no deberían estar cerca. Mis manos dibujan en el vaho del tren cada mañana alguna inicial que vive rodeada de mar, de gotas de rocío, de sal. No hay mejor sensación, que la de saber que todo está bien. Que sonríes por dentro más que nunca y eso se nota hasta en la piel. En los ojos, si pudiera escribirte todo lo que te dirían mis ojos... No acabaría nunca, y sería un gran silencio lleno de palabras.

domingo, 2 de diciembre de 2012

últimamente hace frío



El frío se deslizaba de mis manos a mis ojos y viceversa. Era un frío diferente. Hay frío que te congela por dentro y frío que sólo te recuerda que estás viva. Ver como la lluvia choca contra tu rostro, y tener a alguien que besa esa lluvia. Tener a alguien a quien coger la mano cuando crees que vas a caer. Cuidar un buen principio para un final eterno. Mirar el fuego de la chimenea queriendo arrojar en él todo lo que no nos hace felices. Los momentos que no merecieron la pena… y quemarlo todo. Quemar el pasado que me hace tener miedo. Y avivar los lunes noche, los abrazos bajo mantas ajenas, los besos al principio y final de cualquier camino. No soltarte nunca por si algún día decides soltarte para siempre. El fuego de la chimenea logra calentarme las manos, y puedo mirarte sin saber que tú me ves. Pensando: Ojalá nunca tenga que quemar estos recuerdos. Estoy cansada de soñar y matar los sueños. Esta vez, sólo vivo la realidad. Despertar con un "Buenos días princesa" hace todos los días especiales. Tenerte a mi lado mientras mojo el bizcocho en el café caliente. Recostarme en tu pecho contándote todas las veces que quise ser feliz y saber que tú me lo harás siempre. Cenar en un restaurante hablando de todo y de nada, del amor que se respira en el ambiente y del que tenemos dentro. Si yo soy la más guapa entre las guapas tú eres lo que siempre quise. Escondida en tu cuerpo todo parece mejor. Y pasan las horas sin verte y hablando con mis labios me han dicho que echan de menos a los tuyos… y mi mano que no sabe caminar sin la tuya. En la hucha de los viajes meteremos las ansias que tenemos de vivir. Vivir juntos. Y en nuestros ojos depositaremos las ganas que tenemos de estar juntos. En los labios tantos besos que no caben, y en la cajita de los sueños los más grandes: los reales.

martes, 27 de noviembre de 2012

cómete mis miedos


Siempre se me ha dado mal hablar de mí misma, prefiero esconderme en terceras personas. En alguna pianista olvidada con las manos llenas de grietas y el corazón con taquicardias.. Nunca supe cómo sacar la fuerza interior, siempre se consume entre mis lágrimas. Soy capaz de llegar al cielo deseándolo con todas mis fuerzas, pero nunca se prever la caída. Y siempre caigo, siempre. Siempre toca olvidar los lugares donde dejé el corazón. Donde sentí más que nunca. Soy como aquella niña que no hace más que desear algún caramelo que perdió en alguna esquina maldita. Y no le vale otro, ese era el de mejor color. O lo es. Mi maleta está llena de sinsabores, mi alma está cosida con hilo de todos los colores porque cada tres días la remiendo. Y me pierdo entre la gente, paso desapercibida entre el vaivén de las mañanas, de las tardes, de las noches. Camino por las calles sin palabras, sin nadie que me espere al final del camino, con una luz lejana que me alumbra de madrugada. El café últimamente se amarga, y los relojes siempre marcan la misma hora: 00:00. Dale cuerda a mi reloj. Cóseme sonrisas en la mirada, rompe la soledad de mis manos. Tírala al suelo, písala hasta que deje de gritarme a cada minuto. En mi isla no existe nadie más que tú. Sigue buscándome. Algún día a las 9 de la mañana nos encontraremos, radiantes, sedientos.

Suéñame, soy sólo lo que tú haces que sea. Si dejas de soñarme… me convierto en aire. Todos mis sentidos te sienten sin sentir, el corazón late sin latir… anda ven, y cómete mis miedos.

domingo, 25 de noviembre de 2012

medios años y cosas que pasan en mi vida

 
No sé cómo explicártelo. Simplemente es que no encuentro mejor lugar para vivir que en el quinto lunar de tu espalda.

sábado, 24 de noviembre de 2012

de vez en cuando, dedico unos minutos a pensar en ti.

Ay, es que es tan fácil olvidarte amor. Te diluyes entre los pensamientos cotidianos y los romances fugaces, todas las historias de amor que armo con otros hombres,  hombres que me encuentro en librerías o que cogen mi mismo autobús. Y es que en esos momentos ellos parecen tan reales y tú tan imaginario...Pero no te preocupes, yo te quiero mucho, cuando me acuerdo de ti.

lunes, 29 de octubre de 2012

when the sun goes up


Adoro esos segundos justo cuando me acabo de despertar en los que no recuerdo ni mi nombre, justo antes de acordarme de ti.

martes, 16 de octubre de 2012

Víctor y su princesa

 
Víctor se sabía de memoria cada lunar de su delicada espalda. Se los había aprendido en las noches de música a la guitarra bajo el cielo estrellado de Biarritz. Se los había aprendido recorriendo cada milímetro de su piel con la yema de los dedos, con cuidado, con miedo por si aquella muñeca de porcelana se rompía en pedacitos.
Pero su princesa no era la misma desde hace un tiempo; los secretos se habían infiltrado en su sistema circulatorio y las penas se habían quedado a vivir en su miocardio. Su princesa se había convertido en un juguete inerte, frío: ya no sentía nada. Ni miedo, ni amor, ni tristeza, ni ganas. Un fantasma en este mundo de paseantes vivientes.
Una vez tropezó con un bache y aún estaba esperando a levantarse. Pero la verdad, se la habían jugado tantas veces que ya ni la importaba, no la dolía. Se había acostumbrado a ser la muñeca de todos aquellos hombres que la deseaban (y sólo eso); se hizo a eso de los orgasmos sin amor de madrugada y se dejó llevar por las dos primeras palabras bonitas que le dijera cualquiera.
Luego conoció a Víctor, que era diferente, que no era como nadie.
Pero tras un tiempo de alegrías las penas volvieron a instalarse en su pecho y ahora, Víctor, no sabía que hacer con su pequeña muñeca de porcelana, no sabía nada de su pasado y no sabía que era eso que atormentaba todas sus noches.
Entonces se dio cuenta de que lo que ella necesitaba era un poquito de amor (del de verdad), como si fuera eso un chute de adrenalina para ella, o la respiración asistida cuando te fallan las fuerzas.

Lo que ella necesitaba, como lo necesitamos todas, eran mimos en la cama y caricias por las mañanas.

domingo, 7 de octubre de 2012

old love


El otro día en el metro vi a dos abuelos enamorados. Enamorados no de “llevamos una vida juntos”, sino enamorados de “nos estamos conociendo y me tienes enamorado”. Parecían dos adolescentes, allí, en el metro, delante de todo el mundo, sin pudor ni normas, tonteando como tortolitos.

-Me ha encantado pasar esta maravillosa noche contigo-dijo él.

-Hacía mucho que nadie me hacía reír así- contestó ella.
Me sentí mal por estar escuchando una conversación tan privada, tan suya, tan especial. Pero me pareció todo tan bonito que no pude evitarlo, como tampoco pude evitar armar mil historias en mi mente sobre cómo se conocieron o a dónde habían ido hoy. 

-Prométeme que nos veremos otro día- le dijo ella con una sonrisa tímida.

-No te lo prometo, lo juro.
Los dos sonrieron y se miraron, como si ya con eso se lo hubieran dicho todo. Palabras las justas, miradas a borbotones.

Cuando ella legó a su parada, se levantó y le dio dos besos.

-Adiós, hasta la próxima- le dijo antes de salir por la puerta.

-Espero que eso sea pronto- respondió él, sin ni siquiera estar seguro de si le había oído.

Estaba enfrente del hombre, le miré, primero sus ojos se pusieron algo tristes, supongo que por la despedida y por querer que la noche se alargase hasta el infinito. Luego miré su boca, una sonrisa. Sonreía, como algo inevitable, como una reacción biológica de su cuerpo ante un estímulo externo. Sonreía como un tonto enamorado, como un adolescente hormonado, como los guapos de las pelis.

Debían tener 70 años, y ni antes ni después, justo a esa edad, se habían encontrado el uno al otro.

Nunca sabes cuándo va a llegar tu media naranja.
¿Y si el amor de mi vida llega a los 70? Bueno, entonces intentaré sonreír y disfrutar como parecía que hacían ellos

addiction



Cuesta creer cuantas adicciones hay. Sería muy fácil si sólo hubieras drogas, alcohol y tabaco. Lo más difícil de superar una adicción es querer superarla. Algunas veces, demasiadas veces, lo que empieza como algo normal en tu vida se convierte en una obsesión y de repente dejas de controlarlo.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Son mis recuerdos y los destrozo como quiero.


Esto no es amor, ni se le parece, esto es una tragedia.  Hemos tenido demasiadas despedidas, y eso nunca es el todo bueno. Las despedidas son tristes, tienen ese aire melancólico que nunca me ha gustado. Lo malo de nuestras despedidas es que siempre se donde empiezan, pero nunca sé cómo ni cuándo acaban, y eso me mata. Me mata por dentro. Se me revuelve todo el cuerpo, se me hace un nudo en la boca del estómago y me cuesta respirar. No saber cuándo vas a volver a llenar de sal los pliegues de mi espalda me quita las ganas hasta de bailar.
Juro que he intentado olvidarte, salir de nuestro desamor imposible, he intentado borrarte a base de humo y whisky, a base de besos de otros tan faltos de calor y poesía como yo.  He cambiado tu nombre en mi lista de contactos por “elhombrequenuncaexistió”. Y no existes porque ya no vuelves, no regresas, no hay flores en mi jarrón ni amor entre mis sábanas. Han pasado ya tres años como tres tempestades desde la última vez que te vi, que me viste, que nos vimos. Cualquier otra no se acordaría de tu voz, de tu pelo, ni siquiera del color de tu ford fiesta. Pero yo nunca fui de las que dejaban que me calificaran como “otra”, yo soy más de las que llegan al supermercado y piden “una ausencia para llevar”.

lunes, 13 de agosto de 2012

Como si fuera posible estar juntos estando separados


Me enamoraría de cualquiera que me trajera un ramo de margaritas y me dijera que la vida sin mí no tiene sentido. De cualquiera que me llevara a un campo de girasoles a girar a su compás para mirar el sol. De cualquiera que me prometa el cielo y lleve una tormenta dentro. De cualquier persona que decidiera sacarme una noche a bailar bajo las estrellas de ninguna parte. De cualquiera que me ofreciera una noche de música, carretera y pies en el salpicadero.
Quizás es que soy fácil de enamorar, o puede que me haya cansado de hacerlo todo más complicado. Ya basta de filosofía y de no dormir por la noche. Yo quiero una vida sencilla, aunque con alguna sorpresa. Quiero soñar contigo abrazándome sin pensar por qué o cómo. Porque sí. El secreto está en dejarse llevar y en los atardeceres, en bailar por casa, en sonreír sin motivo.

Vamos, bonito, ven aquí. Vamos a vivir la vida sin complicaciones. A vivir unos días en sitios de cuento, a renovar esperanzas, a creer de nuevo.
Venga, que por mucho que te escondas alguien acabará encontrándote. Déjame ser yo quien te saque de ese vacío tuyo.

viernes, 10 de agosto de 2012

curvas que no se dibujan en la cara


-Vale, puede que sea muy fría, y también puede que eso te moleste. Pero así me conociste y así me vas a tener que soportar, porque…no sé ser de otra forma.

-Vale, ahora dame la mano que tenemos mucho por caminar.

domingo, 22 de julio de 2012

mitades que se unen


Y aunque sea extremadamente complicada, aunque sea infinitamente retorcida, aunque sea exageradamente exagerada, aunque tenga un cúmulo de cosas en la cabeza que se despilfarran en cualquier instante y de cualquier manera, aunque piense demasiado, aunque dude lo indudable, aunque recuerde lo que ya hace tiempo se enterró, aunque llore y llore porque si, aunque me duela lo que no hiere y se me transformen los ánimos en décimas de segundo, aunque sea capaz de cansar al más paciente. Aunque sea simplemente un caos general.

Tú y solo tú buscas el orden de mi desorden, me das la calma, los mejores sueños y las más dulces noches. Tú aguantas lo que parece inaguantable y me sonríes si te sonrió y me miras si te miro y me das un beso si te lo pido.

Y me quieres sin pretextos, y amas incluso mis defectos... y sabes, que aún sabiendo que quedan muchos años por delante y muchos caminos por los que perderme, siempre, evitare los que me alejen de ti, siempre estaré agobiándote, porque quizás tu eres una media naranja y yo la mitad de un limón o viceversa, pero mires por donde lo mires, yo nunca podría llegar a encontrar una mitad mejor.

sábado, 21 de julio de 2012

RB


Voy a decirte algo que tu ya sabes, el mundo no es todo alegria y color, es un lugar terrible y por duro que seas es capaz de arrodillarte a golpes y tenerte sometido permanentemente si no se lo impides, ni tu ni yo, ni nadie golpea más fuerte que la vida, pero no importa lo fuerte que golpeas, sino lo fuerte que pueden golpearte y lo aguantas mientras avanzas, hay que soportar sin dejar de avanzar, así es como se gana. Si tu sabes lo que vales ve y consigue lo que mereces, pero tendrás que soportar los golpes y no puedes estar diciendo que no estas donde querías llegar por culpa de él de ella ni de nadie, eso lo hacen los cobardes y tu no lo eres, tú eres capaz de todo.

jueves, 19 de julio de 2012

en cada bocanda de humo


Se le nota el vicio en el color de los labios. Y en cada calada, da un pasito más hacia la explosión de su miocardio. Como si no se diera cuenta, o no quisiera dársela, se muere un poco más en cada bocanada de humo, y cuando llegue el final, ni siquiera se hará la sorprendida. Siempre fue de las que fantaseaban con suicidarse antes de los 30.

miércoles, 11 de julio de 2012

un amor sin límites y sin daños colaterales


Fue el día en que decidió cambiar el colacao por el café, el que se apuntó a la academia de inglés, el que dejó el té de las 5 por el mojito de las 8, el día que cambió el segundo vagón del metro por el décimo asiento del bus; fue ese día el día en que todo cambió, en el que ella decidió cambiar, en el que, al fin, su mundo cambió. Tenía que rehacerlo todo, cambiarlo, darle vueltas, tirar algunas cosas, comprar otras nuevas. Tenía que deshacerse de todo aquello que la recordara a él, era la única forma de volver a empezar. Así que tiró aquel regaló que le había comprado por su aniversario y que nunca llegó a darle; y se compró los tacones más altos de la tienda de la calle Jorge Juan. Se deshizo de aquel viejo libro de poemas que en realidad nunca le había gustado; y se fue al cine a ver una película de acción de esas que hace años que no veía, de las que te dan un vuelco al corazón. Además, cambió la vieja eléctrica que él se había dejado en casa por un ukelele como el de Audrey en Desayuno con diamantes y decidió que su desordenada cabeza merecía un descanso en las playas mediterráneas.
Entre todo este alboroto de cambios, ese día también fue el que decidió que nunca más nadie la haría daño. Que no se volvería a dejar engañar. Que ahora la tocaba a ella ser feliz. Fue ese mismo día en el que se prometió a sí misma no volver a enamorarse (que eso dolía demasiado).
Y fue ese mismo día cuando se tropezó con el chico más maravilloso de toda la plaza San Marcos, el mismo chico que más tarde rompería todas sus reglas y destrozaría todas sus cuadrículas para hacerla creer en un amor sin límites y sin daños colaterales.

¿Será que el destino siempre nos tiene algo preparado?

martes, 19 de junio de 2012

todas las canciones de amor mienten


Noto las heridas del corazón chorrearme por las esquinas y el agujero del pecho tiritar pidiendo más comida. Ya ha engullido mis ganas de vivir, y sé que no se saciará hasta que se nos coma a los dos. Y ni las letras, ni los pinceles, ni siquiera las notas de música, logran calmarlo. Te escucho de fondo, repitiendo que por favor no me vaya, que estás tratando de amarme con todas tus fuerzas. Me oigo gritarte que los intentos no son suficientes, que tenías tres disparos y que te has quedado sin balas antes de tiempo. No contestas, y espero que mis palabras hayan arañado la máscara de superficialidad que llevas en la cara. Me precipito hacia la cortina de agua que está cayendo fuera, y corro hasta que se me olvida quiénes somos. La cabeza me late casi con más fuerza que el corazón, pum pum, pum pum, y pienso qué pasaría si decidiera arrancarte de mi miocardio y hacerte pedazos. Si moriría en el intento o si acabaría con un corazón más sano. Cuando ya no puedo correr más, me dejó caer en un montón de raíces y cierro los ojos. Me llueve encima como nunca antes lo había visto, como si el cielo estuviera incluso más triste que yo. Me pregunto si a él también le invaden esas continuas ganas de explotar, de marcharse llevándoselo todo por delante y sin dar explicaciones. Inexplicablemente, la nariz se me inunda de un amargo olor a café.

Y con los primeros rayos de luz de la mañana, apareces. Me envuelves en tus brazos, y susurro a susurro, curas todos y cada uno de los desgarros de mi corazón. Me dices que me quieres más de lo que cabe en tu cuerpo, que me desbordo por tus poros y chorreo hasta el suelo, y aun así sabes que podrás quererme más cada día que pase. Suavemente, me sostienes contra tu pecho y caminas hasta casa mientras se hace de día, mientras yo, en tus brazos, voy convenciéndome paso a paso de que el amor es real, de que todas esas canciones no mentían.

Pero sí lo hacían. Abro los ojos mientras amanece, aún descoyuntada entre las raíces. Me arrastro hasta casa, dejando en cada paso tres gotas de sangre y miles de esperanza, y cuando llego encuentro la chimenea apagada y los cajones vacíos. Te has marchado. Y aprieto los labios mientras me embarga la certeza de que nunca, por muchos años que viva, dejaré que nadie me haga tanto daño como tú.

jueves, 14 de junio de 2012

El mar, tú y yo


Me relamí los labios y sonreí al sentir la sal que aún quedaba sobre ellos. El sol hirió mis ojos, y miré a lo lejos: tú no eras más que una silueta a contraluz recortada contra la suave luz del amanecer. Me acomodé directamente sobre la arena, sin toalla. Ésa era nuestra política: nada de barreras entre nosotros y la vida. El sol, lo tomamos sin toalla. Las bebidas, sin pajita. El amor, sin condón. Te acercaste lentamente, dejando suaves huellas sobre la arena, y me di cuenta de hasta qué punto te amaba: podría vivir toda mi vida sin salir de una de ellas.
Me alcanzaste, me besaste y me levantaste en el aire: mi vestido blanco se hinchó como un globo con el aire caliente que entraba por entre tus brazos. La luz del amanecer nos inundó, se metió por entre nuestros dedos y en los recovecos de nuestro amor, como diciendo que ella sabía que nosotros siempre estaríamos juntos.
Me llevaste hacia el mar, mientras yo reía y gritaba y me retorcía entre tus brazos, mi lugar favorito en el mundo. Más aún que la playa vacía en la que estábamos.
Recuerdo que el agua estaba helada, y que chillé cuando se me coló por entre los dedos de los pies. Tú me arrastraste hasta el fondo, riendo, y sumergiste mi cabeza haciendo que mi risa se llenara de agua salada. Yo te salpiqué y los dos jugamos a saltar las olas.

El mar, tú y yo, la perfección hecha realidad.

lunes, 11 de junio de 2012

Sorpresas al abrir la puerta


-Sólo he venido para decirte que te quiero, Lucía. Que te quiero en verano, en bikini y shorts y con un helado de mora en la mano. Que te quiero en otoño, con el gorrito de punto blanco y corriendo entre las hojas secas fingiendo que eres un avión. Que te quiero en invierno, con el abrigo abrochado hasta las cejas, la bufanda y el vapor de tu aliento aventurándose por mi nariz. Que te quiero en primavera, con el vestido blanco que, como ya sabes, es mi favorito. Cuando floreces, y eres más bella que todas las rosas de mi jardín. Y esto no te lo digo porque Marta se haya marchado, porque estés sola o porque sea San Valentín. Es porque he pasado las últimas dos horas y cuarto mirando nuestras fotografías, hasta que se me ha ocurrido que revivir los recuerdos sería más divertido si los creamos otra vez. ¿Qué me dices? Un año no es tanto tiempo. Sigo teniendo el Chevrolet que me compré cuando estábamos juntos, de hecho está aparcado en la puerta, esperando a que subas para arrancar y llevarnos a donde tu brújula nos diga.

-Lo siento, Mateo, lo siento tanto. Te eché de menos en verano, cuando llegué a la playa y ya te habías marchado, y comí tanto helado de mora que ni siquiera entraba en mis shorts favoritos. Te extrañé en otoño, cuando todos los árboles de mi jardín conservaron sus hojas y mi avión se había quedado sin gasolina (te la habías llevado tú). Te eché de menos en invierno, cuando tuve que hacer guerras de bolas de nieve conmigo misma, y me comí veinticuatro uvas(las tuyas y las mías) y del empacho que me dio no pude salir a la calle a contemplar mi aliento formar nubes. Te extrañé en primavera, cuando cada margarita que deshojaba me decía lo mismo: No, no te quiere. (Y encima las rosas de tu jardín, que son las más malvadas, añadían: Si lo hiciera, no se habría marchado nunca). Así que quemé ese vestido que tanto te gusta, y pasé dos horas y cuarto contemplando nuestras fotografías. Y decidí que ya estaba bien de esperas sin sentido, y que ya iba siendo hora de encontrar otra media naranja con la que crear nuevos recuerdos.
Así que le puedes decir a tu Chevrolet que lo siento mucho, y que me encantaría que me llevara, pero que mi brújula y yo hemos decidido que tú, Mateo, ya no vas a ser el Norte nunca más.

lunes, 28 de mayo de 2012

De Sabina y sus canciones de amor.


Vamos, olvídate de todo y sácame a bailar. Bailemos mientras nos mira la luna y cantemos alguna de Sabina. Que todo sea como en aquel pueblo con mar una noche después de un concierto, que nos comamos a besos y nos instalemos a vivir en un presente eterno. No quiero volver al lugar de las sábanas frías y las alcobas vacías, quiero que mi corazón vuelva a la calma, ver el sol esconderse, esconderme contigo al bajar las persianas.
Ven aquí, y cántame una canción al oído, que estoy loca por conocer los secretos de tu dormitorio, que acaricies mi piel y que desnudos al amanecer nos encuentre la luna. Somos jóvenes poetas insomnes, derramando tristeza en cada verso, sangrando melancolía en cada palabra. Nada nos impide huir, fugarnos a ver el mar y dedicar nuestra vida a contar atardeceres, a ser navegantes de sueños, a querernos bien. Todos serían días de vino y mar. Sin tiempo, sólo con ganas. Y nos darían las diez y las once, las doce y la una, las dos y las tres; y no importaría, porque juntos somos infinitos.

Y es que, confieso que yo no quiero domingos por la tarde, no quiero columpio en el jardín, lo que yo quiero, corazón cobarde, es que mueras por mí. Y morirme contigo si te matas, y matarme contigo si te mueres. No quiero París con aguacero, ni quiero Venecia sin ti.



*Las frases en cursiva son partes de canciones de Sabina.

martes, 15 de mayo de 2012

de relojes y mecanismos complicados


Van dejando de funcionar los relojes que me rodean. Primero fue aquel fatídico día mi reloj digital de pulsera. Simbolizaba el fin de algo que nunca más volvería a funcionar. Un adiós, estás fuera de mi vida, hasta mi reloj te está expulsando. Ahí empezó mi filosofía de vivir fuera de cualquier minuto. Llevé ese reloj hasta que salió expulsado volando de una montaña rusa. Y fue el segundo adiós. Tú tampoco perteneces a mi vida, mi tiempo te echa de ella, ya no habrá más segundos compartidos. Me negué a comprar otro, no quería atarme a ningún segundo. Pero en mi cumpleaños me regalaron otro artefacto del tiempo, esta vez uno de agujas con los números muy pequeños. Es de mala educación rechazar un regalo así que me lo puse. Una mañana, antes de un viaje se paró. Escogió como lugar para morir el cuarto de baño después de la ducha. A este parón aún no le encontré explicación. No era ni un momento significativo, ni un adiós. Quizá me estaba diciendo que te tenía que decir adiós a tí tambien. O que tú ya te habías despedido de tus sueños a mi lado. Me negué a ponerle pila, y sigue en mi muñeca buscandole explicación al parón. Será que unos duendes chiquititos juegan dentro de mis relojes, accionándolos y parándolos cuándo quieren decirme algo. Casualmente cada vez que uno se para mi vida da un giro de 180º. Y hoy, estudiando entre montañas de hojas y un viejo rock & roll sonando en la radio y mis pies moviéndose levemente.. dirijo la mirada hacia el reloj de pared de mi salón. Cual fue mi sorpresa al comprobar que también se había parado. De nuevo sin explicación aparente. Pero sigo creyendo en las señales, y para mi esto son señales. Si por cada "adiós" un reloj se queda sin pila y deja de funcionar, ¿que pasará con el corazón? por cada adiós muere y renace. Y el mío estoy segura de que está cansado de morir y desangrarse en las esquinas. Cansado de perderse en el fondo del vaso sin que nadie lo encuentre. Dónde venderán las pilas para que vuelva a funcionar, quién le dará cuerda..

Regálame un par de pilas y un par de besos. Llenalo de sueños por cumplir, rescátalo de las esquinas y no lo dejes caer por las aceras. Corre el peligro de ser pisoteado, y uno así nadie lo quiere. Haz que vuelva a funcionar de nuevo, que los latidos sean como el tic-tac de los relojes. Escúchalos algún día en tu pecho. Y por favor, no dejes que se sigan parando a mi alrededor.. siempre son un mal presagio.
                

lo que me habría gustado, mi pequeño deseo


Ella siempre se reunía con él en aquella vieja cafetería. Las paredes estaban llenas de fotografías antiguas, y a ella le gustaba imaginarse en todas ellas. Sonriendo al lado de la gente que salía, observando el paisaje. El adoraba cómo ella se quedaba mirando ensimismada los cuadros. Y soñaba que ellos dos iban a todos esos sitios. Sueños y café. Todas las tardes. El oficio de él era dibujar ilusiones, y llenarlas de color. Utilizaba para ello lienzos, papel de dibujo de un determinado grosor y todo tipo de pinturas. Podía pasarse horas imaginando para luego reflejarlo en el papel. Y ella adoraba verle dibujar. Podía mirarle toda una tarde, y aún querer más. Mendigaba un beso cada cierto tiempo, que él accedía a darle haciéndose el remolón. Había dibujos de ella en todos sus blocs, esbozos en los que apenas se distinguía una silueta, pero igualmente preciosos. Mientras él dibujaba, ella se perdía entre palabras. Escribía a veces con la mente, a veces con un bolígrafo todo lo que vivía a su lado. Le gustaba escribir a lapiz entre las hojas de su bloc un "te quiero" que él leería sonriente. Una vez que llegaba la noche, preparaban la cena entre risas. Ella era muy torpe, no había día en el que no se le cayera un plato al suelo. Y odiaba el ruído que hacía al caer. Cenaban con vino cada noche, siempre había algo que celebrar. Después venían las horas de sofá y una película. Se acurrucaban lejos del mundo, creando una burbuja solamente de ellos. En ella, los besos eran el mejor manjar y sobre todo regados de un buen vino. O malo, que más da. A ella le gustaba acurrucarse como una niña chiquita en su pecho. Y lanzarse a sus labios cada vez que podía. Pesada y besucona, así la apodaba él. El era más arisco, disfrutaba de su soledad y se le hacía raro tenerla siempre en brazos. Temía aconstumbrarse a sus besos, y echarlos de menos cada día, cada noche. Ella era más alocada y quería darle todos los que pudiera, por si algún día fuera imposible. A medianoche, se perdían uno en el cuerpo del otro. No había una hora programada, pero los dos se lanzaban a devorar al otro a la vez. Hasta en eso tenían conexión. La más especial, la mejor. A ella le gustaba la luz tenue, y a él admirarla de arriba a abajo. La miraba con esas miradas que desgastan, y que mueven hasta el corazón del sitio. Las noches, eternas, preciosas. Como aquella en la que él la llenó de vino y se la tomó a sorbos como si de una copa se tratara. No querían saber de adioses, sólo de momentos juntos.

Ella sabía que tenía que casarse con él, que le amaba como nunca había hecho. El en algún momento también sintió eso. Ella quiere casarse con él todos los días y despertar en una cabaña de madera con el sol dando en la terraza. Ella quiere vivir ahí y saludar al mar todas las mañanas después de darle un beso a él. Ella sueña más de la cuenta. El se asusta. Ella está aconstumbrada a luchar hasta el final aunque pierda el corazón por las esquinas, él es más consciente de la realidad y espera. Ella estaría dispuesta a ir a verle mañana si fuera posible y él quisiera. Ella le escribe cartas todas las noches y le extraña todas las mañanas. Y está segura de que es EL porque mientras se deshacía en lágrimas él le sacó una carcajada. Y eso nunca lo había conseguido nadie. Ella seguirá esperandole, pase lo que pase. Está segura de su corazón.

El no sé donde está, ni que siente..

Recuerdos y sueños. Lo que pasó aderezado con lo que me gustaría que pasara..

el té de las doce


Está claro que conquistaremos el mundo juntos, yo con mis ojos color otoño y tú con tus ojos color coca-cola. Buscaremos un reducto, dónde no pueda llegar nadie para poder escondernos. Viviremos lejos, rodeados de girasoles, en la casa más bonita del mundo. Tú reirás cuándo comience el otoño, yo te besaré cuándo termine el verano. Reiremos hasta medianoche y tomaremos un té cuando den las 12. Me despertarás con un beso, y yo te despertaré con mis quejidos, que poco a poco se apagarán para dar paso a una gran sonrisa. Adornaremos nuestra casa con colores alegres, tendremos una estanteria que llegue hasta el techo y un rinconcito para mí para leer, como en Cagliari. Cada jueves subiremos a la azotea a ver llegar la noche, con una manta y algo para beber en las manos. Las antenas de los edificios radiarán nuestra felicidad, que saldrá hasta en televisión. Y en las calles sólo se respirara amor del puro. Los gatos maullarán "Te quieros" en idioma gatuno mirando a la luna. Da igual dónde sea, como sea, siempre recordaremos nuestras escapadas interminables, los besos en la última fila del cine. Los abrazos para que nunca me sueltes, las caricias en la nuca.
- Corre ven, el té se enfría, comámonos a besos mientras llega la medianoche. Ven, que te cuento un pedacito de mi vida, justo cuándo apareciste y lo volviste todo patas arriba. Anda... bésame, que no se que haría yo sin tí.
               

domingo, 13 de mayo de 2012

mi idioma


Nosotros éramos lluvia, éramos mar, infinitos, como el tiempo. Yo me hundía en tu mirada inabarcable cuando la aurora traía certezas para espantar soledades. Tú tenías el corazón en un puño y las flores en un ramo. Flores para mí. Y poemas, me escribías poemas y todo ardía a nuestro paso, nos devoraba, nos sumía en el más intenso vacío. Y entonces tú me abrazabas, como si no hubiera un mañana, como si nunca hubiera existido un ayer. Me abrazabas y yo ya no me sentía tan sola, tan triste, tan devorada por las llamas. No te hacía falta decir “Estoy loco por ti”, yo lo sabía.
Tú eras Berlín por las mañanas, frío a veces pero lleno de rincones encantadores. Eras el de la mirada perdida, el que sonreía tímidamente cada vez que me veía, el que creía que había perdido el amor pero lo llevaba dentro. El que cambiaba los finales.

Yo era París atardeciendo, cálida y repleta de amor, amor que quería regalarte, como se lo regalan los amantes frente a la Tour Eiffel. Yo era un fuego silencioso, la chica de los labios rotos y los agujeros en las medias. Era un beso bajo la lluvia y una canción de amor desdichado.

Y de repente, la nada, que era todo, que era tu mano recorriéndome la espalda. Nosotros bailando lejos de la vida. Un beso en blanco y negro en medio de cualquier calle. Nosotros en blanco y negro en una habitación de París. Nosotros en la vida, nosotros queriéndonos.

Después te fuiste, apagaste la luz, y dejaste un vacío inmenso. Nunca volviste a aparecer. Nadie supo más de ti.

Dime por qué te olvidaste de hablar mi idioma.

domingo, 22 de abril de 2012

te necesito a ti.


Todas las noches se repetía el mismo sueño. Era una habitación perdida, con el número descolgado en la puerta apenas legible. Yo estaba sola, dando vueltas en la cama pensando en lo que había hecho el día anterior. Repasando cada rostro que había visto, las palabras que habían salido de mi boca, por donde habían caminado mis pies y por donde caminarían al día siguiente. De repente, tocaron a la puerta. No me apetecía levantarme, ni abrir los ojos, las zapatillas estaban demasiado lejos y la puerta aún más. Pero algo me decía que debía de abrir la puerta, y eso hice. Y... ahí estabas tú. Con una sonrisa enorme, una caja en las manos y los pies cansados de haber dado la vuelta al mundo. Me dabas el abrazo que llevo necesitando tanto tiempo, y después me preguntabas que qué tal estaba. Yo te hablaba de las pocas ganas que tenía de levantarme cada mañana, de los segundos que se desparramaban por el tintero mientras soñaba con cosas que quizá nunca conseguiría. También te hacía un esquema en la pizarra de mis pensamientos en el que salía el número de veces que pensé en ti, las que quise estar a tu lado y las noches que pasé abrazándote. Tú, me mirabas como si estuviera loca, pero en el fondo te gustaba. Era la mejor sorpresa del mundo. El sol se colaba por las rendijas de la persiana, y era testigo del amor en estado puro. Un segundo antes no tenía ganas de levantarme y en ese instante deshacía la cama a sacudidas. Amor. Necesito eso, algo que me altere por dentro y me dé las ganas de sonreírle al mundo y gritarle: Soy feliz. (Te necesito a ti) No quiero flores, ni bombones, quiero que me dediques una canción, un minuto a tu lado.. Quiero tenerte encima y dibujar corazones en tu espalda con los ojos cerrados. Quiero una bañera y besarte mientras el agua nos empapa. Sonreír cada vez que me miras con esos ojitos.. Seguiré luchando por hacer mi sueño realidad, algún día seré yo la que aparezca tocando tu puerta y te de todos los besos que tengo guardaditos sólo para ti. Y volveremos a conquistar la noche, a tomar el mejor de los vinos y perdernos la película que pongamos. Es mucho mejor besarte.

No quiero soñar, quiero despertarme y encontrarte a mi lado.

me gusta aprender palabras nuevas, como serendipia.


Todo es una serendipia, un accidente genial, las veces que esperamos que el destino nos traiga lo que tanto ansiamos, casualidades causalidosas. Tomar un café helado, hablando de tantas cosas que el café se enfría aún más y no nos queda tiempo para un beso o dos. La soledad de los pulmones que cogen frío por vivir en un ático. La vida. Sopa caliente para los males del corazón, que aunque no esté rica el corazón logrará sonreír. Afuera llueve, desde la ventana parece otro mundo. Recuerdo cuando era pequeña, y la ventana quedaba muy alta, parecía la salida a ese mundo, el mundo genial. El de la lluvia, el sol y las flores. De pequeña me acurrucaba entre las mantas esperando que dejara de llover, y ahora que soy más mayor pero más pequeña sigo haciendo lo mismo. Hay demasiada soledad por el pasillo, tanta que parece una pista de hielo, hay que tener cuidado para no tropezar. En la cocina la televisión ladra cosas sin sentido, el perro habla sobre la lluvia, el pote está calentándose. Yo sigo en silencio. Quizá solo necesito una bufanda de alegres colores para poder salir entre la lluvia, quien sabe. Aquí mato el tiempo observándolo todo. Por momentos estoy triste, y por momentos feliz, la soledad es así. Los pulmones se resfrían, y a veces cuesta respirar. En cambio, otras veces me pierdo por los lunares del techo y logro ver alguna constelación que me hace sonreír. El otro día me di cuenta de que si junto tus manos logro hacer un camino con tus lunares, y si apunto hacia mi corazón, te quedarás siempre en él. También descubrí lo bonito que es cerrar los ojos cuándo me abrazas. Y escuchar como susurras que soy la única. Tú eres una Serendipia. Un accidente genial y precioso. El que consigue que logre ver esas constelaciones en el techo y que procura que no se me enfríe el café. Ni el corazón. Ni los pies. Aunque los tuyos siempre estén fríos, y parezca que lo odie, en realidad me hace gracia. También me gusta perder la mano entre tu pelo. Y darme cuenta de todo esto mientras los pies se me enfrían, y el corazón, y las manos. Y saber que cuando vuelva tú calentarás mi vida, mis sueños, mi corazón. Como el accidente bonito que eres, apareciendo sin avisar cuando más te necesitaba. Lo confieso, siempre tengo frío porque adoro que me des calor. Y te prometo que cuando vuelva te voy a dar un abrazo volador con el que pararemos el tiempo. Te contaré como es la soledad de ver la lluvia por la ventana, porque los lunares forman estrellas y lo mucho que te adoro.

sábado, 10 de marzo de 2012

sobre renacer y empezar de cero


Tiró las flores y el jarrón por la ventana. Quiso tomar las riendas de su vida y empezar una nueva página sin adornos. Renacer, como renacen las flores cada primavera, como hace el sol cada amanecer. Salió corriendo, escapó de ese hogar gris y muerto. Corrió hasta quemar las suelas de los zapatos, corrió hasta aquel café de carretera donde iba antes cuando se sentía sola y triste. Allí escribía y escribía sobre el mar, los días grises, la muerte, la soledad...hasta que el cansancio se convertía en poesía. Después volvía a casa, en el autobús de las dos y diez, el de las almas errantes, los rostros desconocidos y cada una de las historias que narran en silencio. Ahora había vuelto allí, al mismo café de siempre, un buen lugar donde escribir en esa noche solitaria, sentada en medio de la nada, viendo la vida pasar. Hay algunos vacíos que solo pueden rellenar las palabras; palabras que rezan por una escapada al mar, que ruegan romper los relojes y escapar del hastío. En esta ciudad ya no hay tiempo para pararse a respirar ni para buscar algo que tenga sentido.
Vuelve a casa, aún más tarde de lo que lo hacía antes. Vuelve y ve amanecer, y piensa que si algo tan grande como el sol puede salir cada mañana, ella también tiene que encontrar la fuerza suficiente para renacer y salir de la cama. El sol era una metáfora de esperanza y ella se dio cuenta: pasara lo que pasara todos los días saldría el sol y el mundo seguiría girando aunque el suyo  propio estuviera echo pedazos.
La vida no espera, la ciudad sigue latiendo y hoy toca empezar de cero.

jueves, 1 de marzo de 2012

primavera anticipada


Ahí está la dueña de la floristería, que sale con el marido de la del quinto y que nunca lleva flores a su mujer. A su lado el panadero, que hoy ha decidido comerse un croissant a escondidas, procurando que Mariela no le pille. Lo que él no sabe es que Mariela se lleva pastelitos sin permiso a casa de su amante, aunque en realidad a quien se coma sea a él. Y esto lo sabe la vecina de abajo, que los escucha cada noche disfrutar, como dos cuerdos que juntos se vuelven locos. La vecina de abajo tiene 70 años y hace mucho que nadie la hace el amor, no se acuerda de su último beso y tampoco se acuerda de qué comió ayer. La enfermera que va cada martes a visitarla se ha enamorado perdidamente de su nieto, y dice que si cada día repite las palabras “manzana, bicicleta, cuchara” sin olvidarlas la recuperación avanzará. El nieto de la vecina de abajo también esta coladito por la enfermera, pero los dos son tan tímidos que todavía ninguno se ha atrevido a invitar al otro a un café. A su vuelta a casa se encuentra con Marta, su hermana. Está con Fer, el motorista, besándose como si no existiera un mañana y a él le gustaría poder besar así a su guapa enfermera. Al subir hasta su casa, el noveno ni más ni menos, se encuentra con Lucas, el perro de Amanda. Amanda, la de los ojos tristes, sale corriendo a por él para que no se escape, y se da de bruces con Javi, mientras que el nieto sigue subiendo la escalera. Javi nunca había hablado con Amanda, pero Amanda sabía perfectamente quien era Javi. Javi era el novio de Daniel, con el que jugaba los veranos del 85 a buscar tesoros. Daniel esta abajo, con el coche, esperando a Javi para irse juntos a ver el mar.
A la dueña de la floristería se le caen las flores de emoción al ver al marido de la del quinto y el panadero disfruta de mil croissants ahora que Mariela está haciendo el amor con su amante. La vecina de abajo se pone música clásica para no escucharlos, mientras que su nieto la pinta y los dos esperan a la enfermera. Una moto pasa a toda velocidad por delante de la peluquería, Marta se escapa con Fer a descubrir otra ciudad. Amanda disfruta viendo por la ventana a Javi y a Daniel, y sus besos, y su mar.

viernes, 17 de febrero de 2012

¿Cuál es tu salto mortal?


Cuando éramos superhéroes y sobrevolábamos los tejados salvando el mundo. Cuando éramos los mejores. ¿Te acuerdas? Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Ya nadie trae café y tostadas con mermelada a mi cama, ni me sube a las estrellas por la noche. Ya no hay playa, ni mar, ni cielo que nos desgarre y nos haga gritar todo aquello que somos, y seremos. No existen las promesas a medio hacer ni los sueños compartidos, y nadie se mete conmigo en la bañera a parar el tiempo. La televisión se ha vuelto en blanco y negro, y nadie canta “all you need is love” entre estas cuatro paredes. Ya nadie me acompaña al Ikea y se inventa una vida conmigo, una vida en la que tú y yo somos uno, en una casa con girasoles y con vistas al mar, una casa donde compartir una vida, donde escribir y querer, quiero decir, querernos.
Yo si me acuerdo, me acuerdo de cuando salíamos a defender la noche con nuestras capas, o de cuando tú te convertías en mi superhéroe. Recuerdo la vez que me empeñé en que podía volar, y tú me paraste justo antes de saltar por la ventana, y para que no me enfadara me compraste un viaje en globo para sentir la libertad sin tirarme desde ningún sitio. Aquellos tiempos en los que apostábamos por las cosas difíciles y los objetivos lejanos. Cuando mi porción de mundo estaba incompleta cuando tú no estabas en ella. Los momentos en los que nos preguntábamos cuál sería nuestro siguiente salto mortal.

¿Y ahora? ¿Ahora qué? Dime, ahora que no estoy yo, ¿cuál es tu salto mortal?

sábado, 4 de febrero de 2012

DUELE



Clava sus huesos en el zurzido de las sábanas, amolda su cuerpo en el colchón, se abraza las piernas y se encoge, se hace pequeña, y me mira con ojos de pena.
-Duele- me dice.

Y yo me tumbo junto a ella, me amoldo a su postura y comparto su dolor, intento atenuarlo cogiéndole un poco y quedándomelo yo, pero el dolor es demasiado y se sale de nuestras costillas. Amenaza con herirnos eternamente, y nosotros nos miramos con miedo. Miedo a las alturas, miedo a querernos mal, miedo a estar perdidos. Levanta la vista y me mira. Yo respiro por ella, me encajo entre sus músculo y comparto su dolor para que le hiera menos. Pero ni por esas se cierra la herida y al final los dos acabamos llorosos, doloridos, con la necesidad de una tirita permanente. Nuestros cuerpos se inundan de huracán, de ruina y de espinas. Ella se aferra fuerte a mí y yo me dejo hacer. Dos almas heridas en una habitación demasiado pequeña para dejar volar los miedos.

jueves, 26 de enero de 2012

que le jodan al copyright


Antes de que digas nada y rechaces todo esto de pleno, dime al menos dónde puedo encargar a alguien como tú, igualito a ti, aunque sea una copia barata, no me importa, lo daré por válido. Pero encárgate de que venga con todos tus defectos incluídos en el precio. Pídeles que me plagien tu esencia, y tu estúpida forma de reírte de mí. Que hagan una absoluta fotocopia de la manera que intentas ignorarme, y hacer como que me buscas a un metro por debajo de mi cabeza. Lo quiero igual de idiota, con la misma iniciativa, no me importa pagar gastos adicionales.
Diles que no escatimen en tus detalles, y que le jodan al copyright pero quiero calcadas todas tus palabras. Que no le cambien tu ideología, que siga sabiendo lo que quiere y hasta qué punto. Que le falten horas a sus días y que venga a robármelas a mí después, aunque sea de madrugada. Pídeles que encuentren la fórmula que tienes para que me sea imposible pensar que hay algo más entre tú, yo y nuestra circunstancia. Aprovecha la oferta y exige que me lo envíen sin gastos de envío, con solo ganas de mí. Y si no es posible eso, pide al menos la garantía y asegura mi corazón a todo riesgo, porque últimamente está hecho mierda y no quiere ver a nadie más que no seas tú.

lunes, 16 de enero de 2012

No llores pequeña


-¿Por qué lloras pequeña?¿ Por qué esos ojos tan tristes y por qué tanta tormenta en tu corazón? Y no me digas que no, que desde aquí se oyen los rayos y los truenos. No sabes la pena que me da verte con esa cara tan triste. Me dan ganas de abrazarte y mimarte durante toda la tarde hasta que se te pase, y se dibuje una fina línea en tus labios. Como cuando nos reíamos juntos porque te ponías perdida de pintura, y lo manchabas todo, y aún así sobrevivías al desastre de tu habitación, ¿recuerdas? Me dan ganas de acariciarte el pelo, hasta que se te quiten esos ojos de llorar que tienes. A mí me gustan más cuando su brillo de alegría inunda mis pupilas. Eres demasiado bonita para llorar, Paula, aunque tú no lo sepas. Y me duele tu miedo, me duele tan dentro que se me pega a las costillas y contagia toda mi habitación. Porque no sé que te pasa. ¿Qué te pasa Paula? ¿Por qué te has cansado de vivir?-le dijo Juan, mirándola fijamente a los ojos. Paula agachó la cabeza y se acurrucó en el sofá como una niña pequeña.

Paula tiene 25 años y cuando se mira al espejo no sabe a quién está viendo. No sabe quién es, no se reconoce, se busca en la mirada y no se encuentra. Paula tiene 25 años y está perdida.

domingo, 8 de enero de 2012

Lucha de gigantes


No puedo mentirte. Es cierto. Soy una soñadora. Una soñadora en este mundo de perfectos, de cuadrículas infinitas. Cuando era pequeña me creaba un tarrito de deseos y los iba depositando dentro poco a poco, como si así pudiese comprar la felicidad. Me gusta leer y vivir historias imposibles porque creo en la magia de las letras. Escribo para desahogarme, para mostrar a los demás un pedacito de mí y no cerrarme entre muros de papel que al final nunca sirven para nada. Por la noche vuelo en el barco de Peter Pan sobre la ciudad y empapelo las paredes de mi casa con Campanillas de colores. Odio a los superficiales; critican lo que no se puede cambiar y son ciegos a la verdadera belleza. Me esfuerzo por vivir, no por sobrevivir y me gustan, me encantan las estrellas.
No puedo mentirte. Es cierto. Soy una soñadora.
Y si he logrado ver más lejos ha sido porque he subido a hombros de gigantes.

miércoles, 4 de enero de 2012

Y comernos el mundo, vaya ilusos.


Grítame todo lo que no quiero oír, todos mis defectos, las cosas que no soportas de mí. Héchame en cara, todas y cada una de las veces que te hice sentir mal, que te decepcioné, que te hice pensar eso de "pensaba que eras diferente". Enfádate conmigo. Dime todo eso que la gente no le dice a los demás, dime lo que verdaderamente piensas de mí. Pero después de eso, hazme un favor, solo uno. Dime que me quisiste, que en algún tiempo o lugar, lo has hecho.

Escondía las lágrimas en las páginas de los libros.


Marta con sus labios rotos por el frío. Marta con sus tacones. Marta quemando la noche. Marta con sus amantes. Marta con su risa a borbotones y sus lágrimas escondidas en las páginas de los libros. Marta que esta hecha de cicatrices, que sólo busca un alma sin espinas. Marta y su corazón vacío, y el pecho martilleando. Marta es la lluvia, la gris melancolía de los días, es todo lo que tú la pidas que sea. Puede ser incluso tu "todo", pero solo si se lo pides con amor. Porque, aunque ella no crea en todo eso, todo el mundo necesita un poco de amor de vez en cuando ¿sabes?. Alguien que te abrace por la espalda, te susurre al oído  "estás en cada latido" y te coma a besos hasta morir de amor, o de ganas. Marta y sus treinta años. Marta y su "todo me va bien". Marta, que tuvo mucha prisa, que le gusta correr, y se salió más de una vez. Marta y sus excesos. Marta que sigue en pie. Marta que tuvo mil historias y algo en que creer. Marta es el verbo en carne viva, es la palabra escrita en tu frante, es el adjetivo que califica tus noches. Marta que no deja que jueguen con su piel, que se pierde en la ciudad, que seduce a la noche con su falda. Marta paseando los domingos de la mano de otro y los lunes corriendo hasta tus labios. Marta, que lleva la vida buscando un "te quiero" y solo se encuentra un "me lo que pasado muy bien esta noche".