jueves, 17 de febrero de 2011

Her.


Ella no tiene miedo de ser como es, asique no juega a ser alguien más. No le ha dicho a casi nadie que tiene una habilidad única, o que daría lo que fuera por un viaje a un sitio de esos donde siempre es verano. Ella no sabe robar abrazos, suele pedirlos, al igual que los besos pero aun así, no se niega a que alguien especial le robe alguno. No le gusta que la miren fijamente porque se pone tan nerviosa que, entonces, no le salen las palabras. Por eso mismo lleva pulseras, para desviar la atención. Ella tiene la sensación de que el mundo está loco. Ella quiere que siempre sea verano y de que haga días perfectos todos los días. Ella tiene el récord de enamorarse de la persona equivocada. Le da pánico hablar en público. Ella es celosa, le encantan los perros, es cabezota y el verano que viene se quiere ir de viaje al otro extremo del mundo. Ella tararea canciones en silencio y, si alguna vez está triste, se le nota demasiado; pero intenta disimularlo con una sonrisa y un "no me pasa nada". Ella tiene sueños verdaderamente imposibles, pero lucha por ellos.
 ¿Ella? Se parece demasiado a mi.

jueves, 10 de febrero de 2011

Do you know?

Yo, que había decidido que me gustaba más vivir en silencio. Yo, que había cerrado cada uno de los bares que he llegado a conocer, que cerraré los que en un futuro conozca. Yo, hija de las ideas profanas, la que me había atrevido a cambiar soñar por sentir, a embriagarme en los sabores de mil y un licores, a ahogar mis penas en alcohol y mis victorias en chocolate. Yo, hija de la desdicha, ¿cuántas noches había pasado fuera de mi hogar, clamando al cielo por tiempos mejores entre esas cuatro paredes? ¿Cuánto había sufrido por lo que hacen los ojos que no ven cuando el corazón no siente? Yo, la que vivía de corcheas, de negras y de redonda, de acordes a medio tiempo, de claves sin acabar.Yo, la salvaje, la perdida, la que ya no tiente nada. ¿En cuántas camas había yacido, cuántos labios había besado, cuántos inviernos había conocido, cuántos corazones había destrozado? ¿Sabes quien era? ¿Lo sabes?

¿Sabes quien era yo antes de enamorarme de ti?
¿Lo sabes?
¿Lo sabes...?

Ese tipo de persona...

Era el tipo de persona que encara la vida, que se aferra con uñas y dientes a lo que quiere, a los que quiere.
Que no se humilla, que se lanza.
Que calla cuando hay que callar y miente cuando hay que mentir.
Era así, como un huracán.
Se bebía las ganas de comerse el mundo con un baso de vodka limón y a veces, de vez en cuando, se le trababa el corazón.
No creía en farsas, como aquella del amor. No creía en príncipes de ningún color.
Anestesiada, la vida no le parecía nada más que un mero sueño incompleto, insípido y desiusionante.
Casi una pesadilla.
Era ese tipo de persona.
Ese tipo de persona que vive deprisa y muere despacio.

Ropa que estorbe, promesas que sobren.

Nada más mirarte de frente supe qué era lo que escondías tras esos ojos de azul océano. Buscabas resquicios por los que dejar huir el deseo que se agolpaba en tu cintura. Malas personas, podemos decir. Querías a alguien que te dejara seco y vacío, que te mirara a los ojos mientras te quitaba la ropa a mordiscos. Querías a alguien a quien no fueras a volver a ver, alguien que hiciera que no te sintieras culpable por contar sus lunares una noche de verano. Alguien con quien poder ser salvaje, desconsiderado, alguien que te devolviera los golpes y te destrozara la espalda con sus arañazos. Alguien a quien le importara tu cuerpo, no tu alma. Alguien que te hiciera estallar, olvidar, suspirar, gemir... Un amor de veinte minutos, de esos que luego se van por donde han venido, sin dar ni pedir una explicación. Uno que sepa a alcohol y a cigarrillos, y que su piel se cubra del sudor desesperado de los incandescentes. Alguien a quien apagarle las ganas a cambio de una sonrisa cómplice, alguien con quien compartir un deseo mudo, caricias silenciosas y jadeos hechos de nitroglicerina.

Alguien con quien no hiciera falta fe, solo pasión.
El alma que faltaba en tu cama.
Ropa que estorbe.
Promesas que sobren.

Nadie dijo que fuera fácil.

Todo el mérito es tuyo; tienes mi palabra. Quizás el botín de tan larga campaña -y lo que te queda todavía- no sea lo dorado y brillante que uno espera cuando la inicia, a los doce o trece años, con los ojos fascinados de quien se dispone a la aventura. Pero el botín es tuyo, es lo que hay, y es, te lo aseguro, mucho más de lo que la mayor parte de quienes te rodean obtendrán en su miserable y satisfecha vida. Tu has abordado naves más allá de Orión, recuerda. Tienes la mirada de los cien metros, esa que siempre te hará diferente hata el final. Fuiste, vas, irás, esos cien metros más lejos que los otros y durante la carrera, hasta que suene el disparo que le ponga fin, habrás sido tú y habrás sido libre, en vez de quedarte de rodillas, cómoda y estúpida, aguardando.
Ahora sabes que todo merece la pena.
La larga travesía por ese mundo de méritos numéricos y ausencia de reconocimiento, donde te viste obligada a arrastrar contigo al niño de papá, al tonto del haba, al inútil carne de matadero, con tal de llevar a buen término el trabajo para el que te bastabas en solitario. Has crecido y sabes que las oportunidades no están en los otros, sino en ti. Que no había nada malo en aquella chica tímida que llevaba libros a las horas de tutoría; que buscaba la mirada de los profesores inteligentes, no para hacerles la pelota, sino por sentirse cómplice y no estar sola. La jovencita que cargaba la mochila con El guardian entre el centeno o El Señor de los Anillos, que en la excursión del cole a Madrid prefería ver el Planetario, el Prado o el Reina Sofía antes que ir a gritar al parque de atracciones. Que se enfrantaba a la hostilidad de compañeros cretinos porque era la única que se había leído las Sonatas de Valle-Inclán o sabía quien era Wilkie Collins. Ahora que miras hacia atrás con madurez, comprendes que cada vez que alguien ninguneó tu forma de ser, te insultó, te miró por encima del hombro, no hizo si no precipitar tu aprendizaje y tu lucidez. Tu certeza de ser mejor, más despierta, diferente.
Mírate ahora, tan lejos de tanto borrego y tanto buey. Entras en la edad adulta sin que nadie pueda imponerte una sonrisa falsa cuando el mundo y su estupidez, su envidia, su mazquindad, te hagan fruncir el ceño. Ahora tienes la certeza de que no te equivocaste, de que la niña callada del banco del fondo puede ser vengada por la mujer que hoy la recuerda. Sabes ya que puedes ser feliz a tu manera, con tus libros, con tus películas, con esos amigos que no sabes cuanto durarán y por eso aprecias tanto, con la mirada serena que ahora posas a tu alrededor, en la calle, en el trabajo, en la vida. En la muerte. Ahora sabes que la virtud, en el más hondo sentido de la palabra, está en ese aguante de tantos años, cuando cerca estuvieron de convertirte en otra. Comprendes al fin que los malos profesores son un accidente sin demasiada importancia, pues eres tú quien aprende; y la vida, incluso con sus insultos, con sus malvados, con sus reglas implacables, la que te enseña. Nadie dijo que fuera fácil.
Y si no lo sabes te lo digo yo, amiga; no te equivocaste al amar al conde de Montecristo y al Gabriel Araceli de Galdós, al buscar el secreto genial de un soneto de Borges o Quevedo, al transitar, jugándotela, por los senderos sin carteles luminosos en los pasillos oscuros de la Historia. Al hacer de cada esfuerzo, de cada miedo, de cada desengaño, de cada ilusión y de cada libro, un martillo con el que picar muros espesos que te rodean.
Y si algún día tienes hijos, intenta que sean como tú. Como esos tipos flacos de los que hablaba Julio César, a la manera de Casio: gente de dormir inquieto, peligrosa y viva. La que quita el sueño a los apoltronados y a los imbéciles.

Las nubes lloraron piedras

Sentí como la lluvia me empapaba y no pude dejar de sonreir. El agua recorrió mi anatomía, envolviendo mis poros en dulces caricias heladas. Las nubes lloraron piedras, el viento gimió palabras mudas. Sentí que podía volar y las horas se me volvieron minutos. Sentí la tierra bajo mis pies y el oxígeno se coló como quien no quiere las cosa en mis pulmones. Me pesaban los huesos, si, pero no me importó. Y es que mi piel de golpe ya no era como una carcel. Lentamente, mi corazón comenzó a latir. Las neuronas defectuosas enviaron sus impulsos electricos. Sentí mi cuerpo como nunca antes lo había sentido. Y me gustó.
De golpe me gustaron las mañanas, los domingos, el café, las noches oscuras.
Me gustó estar viva, no se.
Me gustó poder volver a empezar.

Media persona.

Ella se sentía como media persona.
Media persona con media alma.
A veces, cuando cerraba los ojos muy fuerte, podía sentir que, lentamente, su cuerpo dejaba de pesar. Se volvía liviana, ligera y transparente, como el viento, como el vapor de agua .En esas ocasiones subía, subía y subía, hasta rozar el cielo con los dedos, rodear la Luna y bordear el Sol.Y es que era solo en esas ocasiones cuando podía ver, desde arriba, a su otra mitad, buscandola desesperada entre la multitud, palpando rostros que no le decían nada y sonriendo sin querer.
Pero entonces estaba tan alto que ya no podía dejarse caer.

Prometo desparecer.

Prometo desaparecer, cambiarme el nombre. Huir a otra ciudad, buscar nuevos amigos. Prometo no montar escenas en restaurantes cuando te vea con cualquier otra chica. Prometo que no hará falta que volvamos a vernos, que cambiaré de acera cuando nos encontremos por la calle. No habrá malas caras ni culpas, lo juro. Prometo esconder los te quieros que me regalaste, que ninguna de las caricias que me diste salga de las cuatro paredes de mi habitación. Prometo quedarme con mis inicios excelentes y todos esos esbozos de novela que te enseñé. Prometo olvidar los paseos y las buenas palabras, las tardes bajo el sol de invierno.Prometo olvidar tu numero, no volver a llamarte. Prometo que no habrá más abriles, ni mayos, ni junios. Que no habrá helados, que no habrá despedidas ni medias sonrisas, ni música. Prometo hacer como que nunca nos hemos querido una vez decidas que no quieres perder más tiempo conmigo. Los gestos se convertirán en humo y no tendrás que volver a preocuparte por mi.

Y es que una vez prometí, no se si lo recuerdas ya, que haría lo que fuera para hacerte feliz.
Conmigo o sin mi

jueves, 3 de febrero de 2011

All the small things.

La tristeza es uno de los sentimientos más extraños, puedes levantarte un día pensando que ya ha pasado lo peor, que a partir de entonces sólo pueden haber sonrisas, y de repente, por cualquier tontería todo vuelve a derrumbarse de nuevo ; Cualquier tontería... que te devuelve con intereses todos los problemas que creías superados. Como en el parchís, que te comes una y cuentas veinte, lo mismo, a una lágrima siempre la acompañan diecinueve.

Music is my boyfriend

Como la más caprichosa de las puestas de sol. Unas veces niña. Otras adolescente. Otras mujer. Y de nuevo niña. Y sentirse culpable a veces. Indecisa. Y otras tan feliz que da miedo. Pero..¿miedo de qué?

smokers die younger.

Abrazas tu almohada, tu rostro está totalmente empapado pero qué más da, no sientes nada, estás vacio pero la impotencia va ganando sitio, va trepando por tus venas haciendo que tu sangre llegue al extremo punto de poder hervir. Vuelven a pasar las imágenes por delante de tus ojos y cuanta más fuerza empleas para cerrarlos hasta que te duelan, más nítidos se vuelven tus recuerdos y el dolor se hace considerablemente, mucho más intenso. Tu solo te limitas a hundir tu rostro sobre la empapada almohada...

nothing is real

Entre estas paredes el alma se me encoge, la vida no me llega, siento en el silencio, que me hago pequeña, ante la impotencia, deja que me vaya le dice mi cuerpo mientras él finge su pena, soy muñeca rota atada a sus dueño por fuertes cadenas.
Y entre golpe y golpe le pido a la vida que me deje sola...

falling stars

Quizás todo ha cambiado, y puede que esté ya demasiado lejos, para retroceder. Puede que ya no pueda pedir más... porque se supone que todo tiene un límite. Y sí, puede que todo debiera ser ya perfecto...Aprendí que eso no es cierto...me tire la vida esperando un tiempo mejor, algo bueno, una recompensa...y no me di cuenta de lo feliz que era...Me compliqué las cosas y me atreví a cruzar al otro lado de la línea, pensando que habría algo mejor.

Hoy miro hacia atrás y veo lo que me deje, una vida de mentiras pero, una vida feliz sin duda. Y no te sé decir que sería mejor, si continuar a un lado o al otro. Con el tiempo he aprendido, que solo tú puedes elegir, y que solo tú vas a preocuparte por ti. He aprendido a no mirar más atrás y a no arrepentirme, he aprendido a ser valiente y a caminar sin nadie.

Tengo mi tristeza ahí, escondida poniéndose guapa.

Miro el reloj, solo son las seis de la mañana. Ayer me deje la ventana y persiana abiertas, empiezo a ver los primeros rayos de sol rozando las sabanas de mi cama. No ha sonado mi despertador y yo ya estoy despierta ¿por qué? Es extraño, es una sensación que me ha acompañado a lo largo de estos últimos días. Supongo que me preocupa algo pero ¿el qué? Ya eran las ocho de la mañana, me visto y empiezo a desayunar. Últimamente la estancia en este mundo me agobia, me ha cambiado el humor y estoy mas sensible; en casi todas las noches las pesadillas atormentan mis sueños llenándolos de agonía, agobios y malos recuerdos. Necesito despejarme un rato, los días se me hacen cada vez más largos y con pendientes mas inclinadas…últimamente al acostarme, cuando me pongo a reflexionar, me doy cuenta de que mi vida ha perdido su sentido me he dado cuenta de que he perdido el gusto por la vida.
Suena mi despertador, son las siete de la mañana; otro monótono lunes, en el cual después de desayunar me visto, cojo mi mochila y salgo hacia el colegio...

Labios de papel de fumar.

Pues parece que si... A un ritmo lento, poco a poco se va construyendo, se va arreglando, se va creando. Es curioso lo que se tarda en hacer cualquier cosa y lo rápido que se rompe, se tardan años en construir un puente y se cae en 10 segundos, una ciudad tarda siglos en crecer y un volcán la borra en segundos. Los reveses siempre son más severos que nuestras acciones, lo que creemos que somos se nos puede ir al traste en dos segundos, y otra vez volver a empezar. Algún sabio de esos de citas en el calendario dijo que la fortaleza no se mide en las victorias, sino en cómo te levantas de las derrotas.

The end.

Caigo lento a la realidad
S I E N T O
y escucho cuando El silencio evade mi cabeza
P I E N S O
siempre estás presente.