sábado, 6 de noviembre de 2010

Your voice reminds me of my favourite song.

¿Recuerdas la cajita de música que me regalaste por mi cumpleaños? Me prometiste que la cuerda duraría por SIEMPRE y que la bailarina JAMÁS dejaría de bailar y que durante todo ese tiempo me amarías. La llené de besos que tenía sin gastar y la guardé donde nada malo pudiera ocurrirle. Bueno...ya sabes como me gusta guardar las cosas.
Hoy necesitaba de esos besos, o al menos uno. Había pensado en ir dosificándolos para que me duren más, aunque los gastaría todos ahora, pero cuando he cojido la cajita entre mis manos, se ha deshecho prácticamente, y todos los besos han caído al suelo, y aquí estoy yo, de rodillas en mi habitación intentando recogerlos.
Los he colocoda como si de un solitario se tratara y trato de buscar uno tuyo pero no lo encuentro...hay de amigos...de familiares...de ex...e incluso de un amigo que vive en el extranjero, pero no queda ni uno tuyo...¡¿Dónde los habré puesto!?
No me había fijado al dejar la cajita junto a mí que está sonando ¡incluso la bailarina está girando! Nunca había escuchado una música tan triste...
Vuelvo a mis besos, no importa cuales eran, cualquier beso servirá. Cojo uno al azar y me lo pongo en la cara, pero está frío...se cae, cojo otro y me lo pongo en el brazo como si fuera un niño pegándose un tatu...pero es inútil. Los besos ya no están colocados, están esparcidos sin orden.
La música continúa y también la bailarina pero a veces se para y la música es cada vez más lánguida...
Las lágrimas en mis ojos me impiden ver si ese beso ya lo probé o no. Cierro los ojos y me tapo los oídos, no quiero escuchar más...
De pronto, la música se detiene, la bailarina ya ha dejado de bailar, y cuando abro los ojos, los besos ya no están en la cajita y ésta está rota...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Un rebelde