
¿No crees que es bonito? Eso de cerrar los ojos y parar el mundo, y abrirlos otra vez y que esté lloviendo, y que mi mundo se reduzca a la superficie de tu labio inferior, y abrazarme a tu pecho y decidir no soltarme jamás. Y que te rías de las lágrimas que ruedan por mis mejillas, que las beses una a una y me demuestres sin palabras que eres lo mejor que podría haberme pasado. Y encerrarme en la cabaña de tus brazos, echar el cerrojo y dedicarme a mirarte durante toda la vida, sin pestañear. Ni una sola vez.
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Un rebelde