jueves, 16 de diciembre de 2010

Stars of hapiness.

Cuando era tan solo una niña de cinco años, me di cuenta de que todo el mundo andaba inquieto, viviendo en una continua búsqueda. Al principio pensé que se les había perdido algo, pero lo cierto era que lo que buscaban no podía perderse, no era material, era mágico. Cada noche me metía en mi cama, para sumergirme en mis sueños y evadirme de la realidad, arropada por el inmenso amor incondicional de unos padres que me sonreían admirados. Observaba como una pequeña mariposa dorada revoloteaba hasta deslizarse por el marco de la ventana y salir con el sonido de un dulce cascabel, una melodía que se repetía en mi cabeza hasta esbozar una simple, pero amable sonrisa, en mi rostro. La llamaban “felicidad”. Era escurridiza, brillaba con una luz especial, y, cada vez que yo reía al verla, desprendía un pequeño pétalo tan dorado como ella, que se posaba sobre mi diminuta nariz y me proporcionaba un sentimiento que me invadía, llenándome por dentro e impidiéndome dejar de sonreír. Y noche tras noche esperaba a que aquella criatura que tanto me fascinaba volviera a visitarme, dejándome una pequeña parte de ella que para mí era tan grande.
Pasaron los años, y otras múltiples cosas reemplazaron a aquella mariposa en mi vida. Vivía a base de los pétalos que había almacenado, pero ya no recordaba su sonido, su revoloteo, su firme melodía. Entonces me di cuenta de lo que buscaba todo el mundo, aquello que inquietaba a tanta gente era aquella sencilla mariposa. Lo que tanto añoraban cientos de personas eran aquellos pétalos que yo guardaba con cariño. La mayor búsqueda, la meta de sus vidas era encontrar la felicidad. Me apenaba pensar que la había perdido, me dolía imaginar que mis pétalos se agotaban, quedando tan solo en su lugar polvo de recuerdos de una dulce y vivida infancia. Pero no era así. Tan solo había cerrado la ventana, impidiendo que viniera a comprobar si seguía despierta sólo para esperarla. Y con pasos firmes me dirigí a abrirla, y allí estaba, con su luz, con su alegría, con MI FELICIDAD.

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Un rebelde